miércoles, 27 de enero de 2010

Blancas ilusiones*


Podría describirla en una palabra, ingenua. Era demasiado joven e inocente para darse cuenta de la cruda realidad. Su vida era un sueño en el que el propio devenir vestía de flores y de ilusión, adornado con un velo que llenaba de rosa su mundo y no la dejaba ver más allá de la felicidad.
Será imposible olvidar aquella página de su diario, escrita con una caligrafía impecable y cuyas frases desprendían un dulce olor a fresa. Aquella confesión que leí días antes de su muerte, era la declaración mas certera que había visto en mucho tiempo. –Mucha gente debería tenerla entre sus manos- pensé.

Querido diario,
Hoy me siento un tanto melancólica. Me falta algo. Anhelo aquello que está en cualquier rincón, aquello que se llama amor. Desearía tener a esa persona especial a mi lado o al menos, conocerla y decir: Sí, es él, lo he encontrado.
Pero no es tan fácil. Sabría describir a mi chico ideal y todas aquellas cosas que me gustaría hacer a su lado, en unas cuantas páginas. Aunque prefiero hacerlo a mi manera.
*Cosas especiales de mi chico ideal y aquello que me gustaría hacer con él:
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Estas son algunas de esas cosas. Estoy segura que no hacen falta palabras, ni que esto quede por escrito como un manual de instrucciones. Se que el día que él aparezca descubrirá y llenará con hechos cada uno de esos guiones. Hasta entonces permaneceré aquí, en el silencio de esta habitación, extrañando esos besos inciertos que endulzan mi fantasía y a la vez me amargan el momento, cuando vuelvo a la realidad y sigo viendo estas malditas frases blancas.

Metí la mano al bolsillo y rompí aquella lista de objetivos a cumplir por el que fuera el hombre de mi vida. Se habían acabado los esquemas para mí.

Marina L.

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