domingo, 21 de marzo de 2010

III.


Somos causa causada, podemos ser y no ser, estamos creados con un fin… Definitivamente, me estaba volviendo loca. Mis apuntes parecían haber cobrado vida y manipulado el resquicio de cordura que habitaba en mi mente.
Más pastillas, necesitaba otra dosis de respiración. No pienses que soy una simple drogadicta enganchada a un medicamento por placer. Eran necesarias sino quería que me encontrasen acurrucada en el suelo, víctima de la hiperventilación.
Mientras aquellos dos trozos redondos de productos tan naturales como la cirugía plástica se derretían en mi boca, la concentración ya me había abandonado y me encontraba divagando por un mundo muy paralelo al de las frases amarillo fosforito de mis apuntes.
No sé porque, pero unas extrañas ganas de tener a una persona especial a mi lado me invadieron, evadiéndome de todo lo demás. Me preguntaba por qué estaba sola, pero me extrañaba más el porqué me estaba haciendo tal cuestión. Sin embargo, me gustaba el juego. Me prometí ser sincera en mi silencio y abrir la mente a la búsqueda de posibles razones.
Con una persona especial me refiero a un chico. Sí, un hombre, varón, tío, macho...llámalo como quieras. Alguien del sexo opuesto capaz de dedicar su tiempo a mí. Aquella persona en la que yo formara parte vital de su universo.
Estaba bien así, siendo libre, me refiero. Muchas veces llegaba a la conclusión de que era incluso mejor estar soltera, sin complicaciones, ni malentendidos, ni comeduras de cabeza. Sin embargo, otras veces lo necesitaba. Necesitaba complicarme la vida un poco, calentarme la testa un rato e incluso sentirme celosa. Ya sabes, soy un bicho raro.
En realidad quería saber qué era aquello. Eso de no poder vivir sin la otra persona, el sentirte incompleto, vacío, sin sus miradas. Cambiar tu mundo por él. Pero… ¡ei! Ya era hora de pasar de página.
Y regresé a mis frases, cobijándome en ellas, por si acaso volvía a cuestionarme la existencia.

HB
Marina L.

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